El mes de enero, además de ser el primero del año y el mes de las promesas y de las buenas y efímeras intenciones, es, también, el mes de las derrotas, porque, ¿quién de nosotros no se ha juramentado alguna vez el primer día del calendario para adelgazar o para dejar de fumar? Y luego, una vez pasada la euforia y el optimismo de los primeros días, cuando hemos caído en la cuenta de que para conseguir nuestro objetivo nos iba a hacer falta algo más que sangre, sudor y lágrimas, ¿durante cuánto tiempo hemos sido capaces de mantener nuestra palabra antes de darnos por vencidos? Y al final, ¿qué nos queda después de nuestro esfuerzo inútil y baldío? Pues el consuelo de saber que, seguramente, no hemos sido los únicos que hemos tirado la toalla antes de tiempo y que el próximo año volveremos a intentarlo nuevamente.
Pero, además de todo lo dicho anteriormente, hay otras características que definen y marcan perfectamente a este bendito y frío mes de enero, y estas sí que son firmes e irrevocables. Estoy hablando de las subidas de precios generalizadas e irresponsables. Y es que sube todo lo que se nos ocurra: el gas, el agua, la luz, el transporte público... Es igual que haya o no motivo, es como si con la última uva se abriera la veda de un incremento de las tarifas abusivo y dictatorial sobre el que no cabe ninguna posibilidad de queja ni de reclamación, porque el verdadero problema no es que suban los recibos, que lo es, sino el porcentaje del incremento, que, como mínimo, siempre duplica un IPC a todas luces irreal e inservible, cuyo único y exclusivo cometido es el de mantener los salarios, estos sí, dentro de los límites que, según los que mandan, son buenos para la marcha de nuestra economía. Lo que no tengo muy claro es a qué economía se están refiriendo, aunque, no sé por qué, me da a mí que esa "economía nuestra" no es precisamente la del pueblo llano que aguanta estoico e impotente todos estos atropellos.
Y así llegamos al final. Os aconsejo cambiar de piñón e intentar subir esta cuesta con el pelotón y no quedaros descolgados. Ellos, los que lo saben todo, hace ya bastante tiempo que dejaron de pedalear con nosotros y optaron por la comodidad y la tranquilidad del coche escoba. Así nos va.
domingo, 9 de enero de 2011
miércoles, 5 de enero de 2011
¡Ya llegan los Reyes!
Sí, sí, aunque parezca mentira ya llegan los Reyes, los Magos, claro, los Magos, los de los regalos, a los otros, a los que no tienen corona, ni oro, ni incienso, ni mirra, ya los tenemos aquí todos los días.
Y es que parece mentira que hayamos conseguido sobrevivir a tantas comidas pantagruélicas y a tantos brindis ilusionantes, a tantos alternes de confraternidad y a tantas resacas interminables, a tantos y tan variopintos mensajes y felicitaciones, a las doce uvas rituales y a sus cuartos traicioneros..., vamos, que si echamos la vista atrás y nos damos cuenta de todas las cosas que hemos hecho en tan solo unos cuantos días podemos considerarnos afortunados de haber logrado llegar hasta el día de hoy.
Y, ¿qué me decís de todas esas machaconas encuestas que se ufanan por recordarnos quienes fueron los personajes que más brillaron durante el año 2.010? Las hay para todos los gustos: los mejor y los peor vestidos, los más guapos y los más feos, los más famosos y los que han perdido todo su encanto, los que más ganan y los que más gastan, los que se han tropezado con más gracia y los que han dicho las mayores tonterías...
Pero lo verdaderamente importante es que hemos empezado un nuevo año que tendrá los mismos días que el ya liquidado y en el que, como siempre, todos tenemos puestas nuestras mejores y mayores esperanzas de futuro, y es que ya lo dicen los chascarrillos: año nuevo, vida nueva, o casi...
Que los Reyes Magos de Oriente os traigan esta noche muchos regalos y no os preocupéis, ya queda menos para empezar otra vez estas agotadoras pero entrañables fiestas.
Y es que parece mentira que hayamos conseguido sobrevivir a tantas comidas pantagruélicas y a tantos brindis ilusionantes, a tantos alternes de confraternidad y a tantas resacas interminables, a tantos y tan variopintos mensajes y felicitaciones, a las doce uvas rituales y a sus cuartos traicioneros..., vamos, que si echamos la vista atrás y nos damos cuenta de todas las cosas que hemos hecho en tan solo unos cuantos días podemos considerarnos afortunados de haber logrado llegar hasta el día de hoy.
Y, ¿qué me decís de todas esas machaconas encuestas que se ufanan por recordarnos quienes fueron los personajes que más brillaron durante el año 2.010? Las hay para todos los gustos: los mejor y los peor vestidos, los más guapos y los más feos, los más famosos y los que han perdido todo su encanto, los que más ganan y los que más gastan, los que se han tropezado con más gracia y los que han dicho las mayores tonterías...
Pero lo verdaderamente importante es que hemos empezado un nuevo año que tendrá los mismos días que el ya liquidado y en el que, como siempre, todos tenemos puestas nuestras mejores y mayores esperanzas de futuro, y es que ya lo dicen los chascarrillos: año nuevo, vida nueva, o casi...
Que los Reyes Magos de Oriente os traigan esta noche muchos regalos y no os preocupéis, ya queda menos para empezar otra vez estas agotadoras pero entrañables fiestas.
domingo, 26 de diciembre de 2010
El Espíritu Navideño
Lo que más me llama la atención de estas fiestas es que durante unos cuantos días todos nos dejamos llevar por eso que algunos llaman buenismo y nos transformamos en unas personas que, aun no siendo radicalmente distintas a las que en realidad somos, intentamos sacar todo lo mejor de nosotros mismos y procuramos olvidar y dar la espalda, aunque solo sea temporalmente, a nuestro lado malo y oscuro.
De esta forma compartimos nuestros décimos de lotería con todos aquellos que se cruzan en nuestro camino, no vaya a ser que nos toque y el desventurado te eche en cara tu falta de memoria por no haberte acordado de él a la hora de repartir los números, saludamos efusiva y amablemente a todas las personas con las que nos topamos en el ascensor o en el bar aunque sea la primera vez que les veamos, mandamos correos electrónicos, con felicitaciones a cual más original, a todas y cada una de las direcciones que tenemos archivadas en nuestras carpetas, hacemos planes, que casi nunca se cumplen, para vernos con este o con aquel familiar o amigo y charlar un rato...
Vamos, que son días de todos somos muy buenos y muy cariñosos, de cuánto te quiero y de a ver cuándo quedamos, de solucionar pequeñas y absurdas tiranteces, en fin, días de abrir paréntesis y de brindis, y de risas y de deseos, pero, ¿y después?, ¿qué poso queda después de estas fechas en las que nos hemos deshecho en múltiples abrazos y parabienes? Pues mucho me temo que nada, que todo volverá a ser igual que al principio, que volveremos a ponernos nuevamente el puñal en la boca y saldremos otra vez a la calle con la pretensión de que nadie nos tosa ni nos pise, y ¡ay de aquél que lo haga!
Y es que, desgraciadamente, esta, y no la otra, es la realidad. La Navidad es solo un quiero y no puedo, un vamos a llevarnos bien durante estas fiestas porque es lo que se lleva, y luego si te he visto no me acuerdo. Pero, aunque esta ficción solo dure unos cuantos días, bendita sea, porque, por lo menos, sirve para que nos hagamos la ilusión de que todos somos buenos y nos queremos un montón.
¡Felices fiestas!
De esta forma compartimos nuestros décimos de lotería con todos aquellos que se cruzan en nuestro camino, no vaya a ser que nos toque y el desventurado te eche en cara tu falta de memoria por no haberte acordado de él a la hora de repartir los números, saludamos efusiva y amablemente a todas las personas con las que nos topamos en el ascensor o en el bar aunque sea la primera vez que les veamos, mandamos correos electrónicos, con felicitaciones a cual más original, a todas y cada una de las direcciones que tenemos archivadas en nuestras carpetas, hacemos planes, que casi nunca se cumplen, para vernos con este o con aquel familiar o amigo y charlar un rato...
Vamos, que son días de todos somos muy buenos y muy cariñosos, de cuánto te quiero y de a ver cuándo quedamos, de solucionar pequeñas y absurdas tiranteces, en fin, días de abrir paréntesis y de brindis, y de risas y de deseos, pero, ¿y después?, ¿qué poso queda después de estas fechas en las que nos hemos deshecho en múltiples abrazos y parabienes? Pues mucho me temo que nada, que todo volverá a ser igual que al principio, que volveremos a ponernos nuevamente el puñal en la boca y saldremos otra vez a la calle con la pretensión de que nadie nos tosa ni nos pise, y ¡ay de aquél que lo haga!
Y es que, desgraciadamente, esta, y no la otra, es la realidad. La Navidad es solo un quiero y no puedo, un vamos a llevarnos bien durante estas fiestas porque es lo que se lleva, y luego si te he visto no me acuerdo. Pero, aunque esta ficción solo dure unos cuantos días, bendita sea, porque, por lo menos, sirve para que nos hagamos la ilusión de que todos somos buenos y nos queremos un montón.
¡Felices fiestas!
viernes, 17 de diciembre de 2010
El Estado de Alarma
Cuando en vísperas del puente de la Constitución los controladores armaron la que armaron, la solución para que los aeropuertos volvieran a la normalidad fue la de decretar el Estado de Alarma, o sea, militarizarlos pero dicho de una manera más elegante.
A partir de esos días los que mandan han repetido hasta la saciedad que lo que hay que hacer es acabar de una vez por todas con la situación de privilegio de la que goza ese colectivo. Y eso está muy bien y eso lo entendemos todos, porque, si es verdad, que lo será, que sus sueldos son tan estratosféricamente altos será porque algunos de esos que ahora se rasgan las vestiduras y lloran cual plañideras así lo dispuso.
Pero no es este el motivo principal de mi reflexión, sino el de poner de manifiesto mi total y absoluta perplejidad al escuchar a esos poseedores de la verdad absoluta decir con una expresión más o menos seria, pero con media sonrisa en la boca, lo del privilegio de ese colectivo, cuando si hay un colectivo especialmente privilegiado en este país ese es precisamente el de los políticos, así es que, hágannos el bendito favor de dejar de hablar de las prebendas de las que disfrutan los controladores, que serán verdad seguramente, y expliquénnos clara y llanamente el por qué de las que disfrutan ustedes, porque son las suyas, y no las de aquellos, las que causan verdadera alarma social en nuestra querida piel de toro.
Y es que lo que verdaderamente desasoiega y escandaliza a la gente de a pie es ver cómo los que deberían de estar al servicio y a la disposición del Estado tienen al Estado a su libre servicio y disposición.
A partir de esos días los que mandan han repetido hasta la saciedad que lo que hay que hacer es acabar de una vez por todas con la situación de privilegio de la que goza ese colectivo. Y eso está muy bien y eso lo entendemos todos, porque, si es verdad, que lo será, que sus sueldos son tan estratosféricamente altos será porque algunos de esos que ahora se rasgan las vestiduras y lloran cual plañideras así lo dispuso.
Pero no es este el motivo principal de mi reflexión, sino el de poner de manifiesto mi total y absoluta perplejidad al escuchar a esos poseedores de la verdad absoluta decir con una expresión más o menos seria, pero con media sonrisa en la boca, lo del privilegio de ese colectivo, cuando si hay un colectivo especialmente privilegiado en este país ese es precisamente el de los políticos, así es que, hágannos el bendito favor de dejar de hablar de las prebendas de las que disfrutan los controladores, que serán verdad seguramente, y expliquénnos clara y llanamente el por qué de las que disfrutan ustedes, porque son las suyas, y no las de aquellos, las que causan verdadera alarma social en nuestra querida piel de toro.
Y es que lo que verdaderamente desasoiega y escandaliza a la gente de a pie es ver cómo los que deberían de estar al servicio y a la disposición del Estado tienen al Estado a su libre servicio y disposición.
martes, 1 de septiembre de 2009
Para recordar
Ha pasado tanto tiempo que ya no me acordaba de mi contraseña de acceso pero después de estrujar mi memoria he conseguido entrar nuevamente en este nuestro blog. Que lo es.
Reconozco que ha sido mi maldita y sempiterna vaguería la culpable de no haber encontrado nunca durante los últimos meses el ánimo de coger la pluma y escribir cuatro letras. Sólo cuatro. Pero hoy tengo que hacerlo.
¿Que por qué?. Porque se lo merece. Él y muchos como él. Os cuento: hoy a media mañana he recibido la noticia de que había muerto el padre de un amigo de bachillerato. Sí, sí, de bachillerato. Y me ha dado mucha pena. Cuando le he llamado para que supiera que estaba junto a él y para interesarme por cómo había sido, por cómo había pasado tamaña desgracia mi amigo me ha dicho que se había apagado. Que su corazón había ido perdiendo pulsaciones poco a poco hasta que se le había parado. Así, sin ruido. Como era él. Como había sido toda su vida. Tranquilo. Sin molestar. De tapadillo.
Y es que era así. En lo que yo le recuerdo creo que nunca levantó una voz más alta que la otra. Era serio, sí. Pero dentro de un orden. Era muy accesible y de fácil y agradable charla. Un buen día, después de su mucho trabajar se fue con su mujer a Asturias. A descansar. A empezar una nueva vida. A tomarse sus vinitos con sus paisanos. A disfrutar de la paz de aquellas tierras y de sus días de sol y de lluvia. Mi amigo y su hermana eran sus vecinos y yo, cada vez que le preguntaba por cómo estaban sus padres siempre me contestaba más o menos lo mismo. Bien, muy bien. Envejeciendo juntos.
Me hubiera gustado montar a mi mujer en el coche y haber subido hasta allí para hacerle compañía pero, quizá también por vaguería, no lo he hecho. Estoy seguro de que le hubiera gustado pero creo que el adiós de su padre ha sido tan discreto y tan callado que es mejor que no molestemos y lo madure junto con su madre y hermana. No sé si me explico.
Al despedirme le he mandado un fuerte, muy fuerte abrazo para él y un beso mucho pero que mucho más fuerte para su madre y se me ha medio caído una lágrima. Estaba pensando en nuestros padres.
¡Qué pena de vida!
Reconozco que ha sido mi maldita y sempiterna vaguería la culpable de no haber encontrado nunca durante los últimos meses el ánimo de coger la pluma y escribir cuatro letras. Sólo cuatro. Pero hoy tengo que hacerlo.
¿Que por qué?. Porque se lo merece. Él y muchos como él. Os cuento: hoy a media mañana he recibido la noticia de que había muerto el padre de un amigo de bachillerato. Sí, sí, de bachillerato. Y me ha dado mucha pena. Cuando le he llamado para que supiera que estaba junto a él y para interesarme por cómo había sido, por cómo había pasado tamaña desgracia mi amigo me ha dicho que se había apagado. Que su corazón había ido perdiendo pulsaciones poco a poco hasta que se le había parado. Así, sin ruido. Como era él. Como había sido toda su vida. Tranquilo. Sin molestar. De tapadillo.
Y es que era así. En lo que yo le recuerdo creo que nunca levantó una voz más alta que la otra. Era serio, sí. Pero dentro de un orden. Era muy accesible y de fácil y agradable charla. Un buen día, después de su mucho trabajar se fue con su mujer a Asturias. A descansar. A empezar una nueva vida. A tomarse sus vinitos con sus paisanos. A disfrutar de la paz de aquellas tierras y de sus días de sol y de lluvia. Mi amigo y su hermana eran sus vecinos y yo, cada vez que le preguntaba por cómo estaban sus padres siempre me contestaba más o menos lo mismo. Bien, muy bien. Envejeciendo juntos.
Me hubiera gustado montar a mi mujer en el coche y haber subido hasta allí para hacerle compañía pero, quizá también por vaguería, no lo he hecho. Estoy seguro de que le hubiera gustado pero creo que el adiós de su padre ha sido tan discreto y tan callado que es mejor que no molestemos y lo madure junto con su madre y hermana. No sé si me explico.
Al despedirme le he mandado un fuerte, muy fuerte abrazo para él y un beso mucho pero que mucho más fuerte para su madre y se me ha medio caído una lágrima. Estaba pensando en nuestros padres.
¡Qué pena de vida!
martes, 3 de febrero de 2009
El G8 español
Dicen las crónicas que ayer se reunió el G8 español y es que si ellos, los de fuera, tienen uno de esos pues nosotros también. ¡Faltaría más!. Así es que como por la tarde el que más manda de todos y el de los números recibieron en la casa del primero a los seis banqueros más banqueros de este país.
Había que verlos. Nada de sillones ni demás comodidades. Sólo tres largas y paupérrimas mesas de trabajo, no tenían ni siquiera un miserable cajón, decoraban la sala formando una U. A la izquierda tres malos, a la derecha otros tres igual de malos, en el centro los dos salvadores. Por no haber no había ni botellitas de agua, ni vasos, ni jarrones ni ná de ná. Un montoncito de folios en blanco y un bolígrafo de los de usar y tirar para cada uno y se acabó. ¿No era un reunión de trabajo?. ¿No hay que ahorrar?. Pues eso.
Los malos estaban serios y tenían cara como de incredulidad. ¿Para qué serían esos folios y esos bolígrafos?. No se pensaría el que más manda que ellos, ¡ellos!, iban a tomar notas de lo que se dijera en aquel remedo de tirón de orejas. Al fin y al cabo era de lo que se trataba, ¿no?.
Bueno pues empezó la pantomima. Y mira tú por dónde como un malo cogió un bolígrafo y empezó a escribir como un poseso todo lo que decía el mandamás de los mandamases pues los otros cinco colegas hicieron lo mismo. Hasta el de los números se sumó a la fiesta escribana.
Dicen los de la limpieza que cuando fueron a retirar las mesas los montoncitos de folios seguían en su sitio. Y como la curiosidad es un pecado venial y el ansia de saber es infinita en vosotros os voy a contar lo que dicen los currantes que había escrito en ellos.
En el primer montoncito ponía cienes y cienes de veces: "A palabras necias oídos sordos"
En el segundo: "Tengo que ser bueno y prestar dinero", "Tengo que ser bueno y..."
En el tercero: "Una que te doy, dos que te quito y tres que te meto, Aniceto", "Una que te doy..."
En el cuarto: "Hoy te presto menos que ayer y más que mañana", "Hoy te presto..."
En el quinto: "Por un oído me entra y por el otro me sale", "Por un oído me entra..."
Y en el sexto se podía leer otras cienes y cienes de veces: "Hoy no se fía, mañana sí", "Hoy no se fía..."
Lo malo no es eso, lo malo es que el numerario, el de los números, también se había dejado olvidado sus folios encima de la mesa. ¿Que qué había escrito en ellos?. Dicen los chivatos que no había ninguna palabra sólo la tabla del nueve repetida hasta en los cantos, pero yo, sinceramente, no me lo creo.
¡Ah!, de los bolígrafos no quedó ni uno.
Ha sido un poco largo pero ¿a que ha merecido la pena?
Había que verlos. Nada de sillones ni demás comodidades. Sólo tres largas y paupérrimas mesas de trabajo, no tenían ni siquiera un miserable cajón, decoraban la sala formando una U. A la izquierda tres malos, a la derecha otros tres igual de malos, en el centro los dos salvadores. Por no haber no había ni botellitas de agua, ni vasos, ni jarrones ni ná de ná. Un montoncito de folios en blanco y un bolígrafo de los de usar y tirar para cada uno y se acabó. ¿No era un reunión de trabajo?. ¿No hay que ahorrar?. Pues eso.
Los malos estaban serios y tenían cara como de incredulidad. ¿Para qué serían esos folios y esos bolígrafos?. No se pensaría el que más manda que ellos, ¡ellos!, iban a tomar notas de lo que se dijera en aquel remedo de tirón de orejas. Al fin y al cabo era de lo que se trataba, ¿no?.
Bueno pues empezó la pantomima. Y mira tú por dónde como un malo cogió un bolígrafo y empezó a escribir como un poseso todo lo que decía el mandamás de los mandamases pues los otros cinco colegas hicieron lo mismo. Hasta el de los números se sumó a la fiesta escribana.
Dicen los de la limpieza que cuando fueron a retirar las mesas los montoncitos de folios seguían en su sitio. Y como la curiosidad es un pecado venial y el ansia de saber es infinita en vosotros os voy a contar lo que dicen los currantes que había escrito en ellos.
En el primer montoncito ponía cienes y cienes de veces: "A palabras necias oídos sordos"
En el segundo: "Tengo que ser bueno y prestar dinero", "Tengo que ser bueno y..."
En el tercero: "Una que te doy, dos que te quito y tres que te meto, Aniceto", "Una que te doy..."
En el cuarto: "Hoy te presto menos que ayer y más que mañana", "Hoy te presto..."
En el quinto: "Por un oído me entra y por el otro me sale", "Por un oído me entra..."
Y en el sexto se podía leer otras cienes y cienes de veces: "Hoy no se fía, mañana sí", "Hoy no se fía..."
Lo malo no es eso, lo malo es que el numerario, el de los números, también se había dejado olvidado sus folios encima de la mesa. ¿Que qué había escrito en ellos?. Dicen los chivatos que no había ninguna palabra sólo la tabla del nueve repetida hasta en los cantos, pero yo, sinceramente, no me lo creo.
¡Ah!, de los bolígrafos no quedó ni uno.
Ha sido un poco largo pero ¿a que ha merecido la pena?
domingo, 25 de enero de 2009
B. H. O
Bueno, pues ya estamos aquí otra vez. No es que nos hayamos ido a ningún sitio, lo que quiero decir es que hoy me he vuelto a poner nuevamente delante del teclado.
¿Y qué es lo que ha pasado en el mundo, en nuestro mundo, durante estos días en los que he estado callado? Pues que de golpe y porrazo, de mira tú por dónde, hemos entrado en la era BHO; dígase BiEicheOu, por favor.
Como todos sin duda sabéis cada "civilización" tiene su manera de contar el año en el que viven los civilizados de esa civilización. Casi todas utilizan números pero los chinos, que para eso son chinos, identifican los años con animales. Que si el año del gato, que si el del cerdo, que si el del caballo... Creo que luego es un poco más complicado pero funciona más o menos así.
Pues bien, nosotros, los más listos, o sea los de la Civilización Occidental, hemos empezado a utilizar, casi casi sin darnos cuenta, también la numerología china, y hemos dejado de vivir en el Año 2.009 para hacerlo en el Año 1 de la Era BiEicheOu, de forma y manera que todos los presagios que en el antiguo año eran oscuros y tenebrosos han pasado a ser, con la nueva era, fantásticamente maravillosos.
No quiero ser yo, ¡Dios me libre!, quien le ponga el cascabel al gato pero mucho me malicio que más que entrar en una Era lo que hemos hecho ha sido empezar a vivir un cuento, "había una vez...", y ya se sabe que hay cuentos con final feliz y otros que...
Yo, en cualquier caso, ya he comprado una perdiz y la he puesto a escabechar. ¿Queréis un consejo?. Comprarla antes de que se ponga por las nubes. El precio, claro.
¡Que os aproveche!.
¿Y qué es lo que ha pasado en el mundo, en nuestro mundo, durante estos días en los que he estado callado? Pues que de golpe y porrazo, de mira tú por dónde, hemos entrado en la era BHO; dígase BiEicheOu, por favor.
Como todos sin duda sabéis cada "civilización" tiene su manera de contar el año en el que viven los civilizados de esa civilización. Casi todas utilizan números pero los chinos, que para eso son chinos, identifican los años con animales. Que si el año del gato, que si el del cerdo, que si el del caballo... Creo que luego es un poco más complicado pero funciona más o menos así.
Pues bien, nosotros, los más listos, o sea los de la Civilización Occidental, hemos empezado a utilizar, casi casi sin darnos cuenta, también la numerología china, y hemos dejado de vivir en el Año 2.009 para hacerlo en el Año 1 de la Era BiEicheOu, de forma y manera que todos los presagios que en el antiguo año eran oscuros y tenebrosos han pasado a ser, con la nueva era, fantásticamente maravillosos.
No quiero ser yo, ¡Dios me libre!, quien le ponga el cascabel al gato pero mucho me malicio que más que entrar en una Era lo que hemos hecho ha sido empezar a vivir un cuento, "había una vez...", y ya se sabe que hay cuentos con final feliz y otros que...
Yo, en cualquier caso, ya he comprado una perdiz y la he puesto a escabechar. ¿Queréis un consejo?. Comprarla antes de que se ponga por las nubes. El precio, claro.
¡Que os aproveche!.
miércoles, 14 de enero de 2009
Sólo sé que no sé nada
No recuerdo, aunque bien podría mirarlo, quién fue el filósofo, o más bien el visionario, que dijo la frase que da título a mi elucubración del día de hoy, pero lo que sí puedo garantizaros cien por cien es que refleja fielmente mi estado de ánimo actual en lo que se refiere a mi grado de información o conocimiento sobre la crisis galopante que, cual pesadilla, me, ¿nos?, quita el sueño hasta en la bendita hora de la siesta.
Y es que no sé si va o viene, si está cerca su final o si sólo estamos en el comienzo, si a partir de Marzo todos tan contentos o será a partir de ¿cuándo?, si tenemos más de tres Millones, tres, de parados o vaya Ud. a saber, si el ratio de triple A de la deuda española es fiable o no, si el déficit público es del 3% o ya ni se dice por vergüenza torera, si los Bancos españoles son los más fiables y consolidados de todo, todo, el mundo, si el déficit por cuenta corriente, si la tasa de ahorro, si el IPC, si el consumo, si las locomotoras, si el G8 o el 20, si el Euribor, si las hipotecas, si la competitividad, si las reformas estructurales...
Y así hasta que alguien, si es que ese alguien existe, tenga a bien sacarme de mis dudas metafísicoeconómicas. Lo que sí sé, y esto puedo decirlo a voz en grito, es que quiero que alguna persona de buen corazón se plante delante de mí y me diga, mirándome fijamente a los ojos, cuál es la fría y dura realidad de la situación, sin discursos ni consignas de partido ni electoralistas sino pensando, ¡por una vez, por favor!, en nuestro desgraciado país, y que vamos a salir de esta. Pero quiero que ese alguien no me engañe ni me manipule con propaganda de una y otra mano.
Y mucho menos que se ría cuando me lo está diciendo.
Y es que no sé si va o viene, si está cerca su final o si sólo estamos en el comienzo, si a partir de Marzo todos tan contentos o será a partir de ¿cuándo?, si tenemos más de tres Millones, tres, de parados o vaya Ud. a saber, si el ratio de triple A de la deuda española es fiable o no, si el déficit público es del 3% o ya ni se dice por vergüenza torera, si los Bancos españoles son los más fiables y consolidados de todo, todo, el mundo, si el déficit por cuenta corriente, si la tasa de ahorro, si el IPC, si el consumo, si las locomotoras, si el G8 o el 20, si el Euribor, si las hipotecas, si la competitividad, si las reformas estructurales...
Y así hasta que alguien, si es que ese alguien existe, tenga a bien sacarme de mis dudas metafísicoeconómicas. Lo que sí sé, y esto puedo decirlo a voz en grito, es que quiero que alguna persona de buen corazón se plante delante de mí y me diga, mirándome fijamente a los ojos, cuál es la fría y dura realidad de la situación, sin discursos ni consignas de partido ni electoralistas sino pensando, ¡por una vez, por favor!, en nuestro desgraciado país, y que vamos a salir de esta. Pero quiero que ese alguien no me engañe ni me manipule con propaganda de una y otra mano.
Y mucho menos que se ría cuando me lo está diciendo.
viernes, 9 de enero de 2009
Los tres regalos de los Reyes Magos
Pues sí, ya se han terminado las Navidades y toda su parafernalia, real o fingida, y los Reyes Magos, que son los más magos de todos los Reyes y siempre los últimos en llegar, ¿por qué un año no cambian sus lentos y torpes camellos por unos veloces y raudos jamelgos y vienen antes que Papá Noël?, se han pasado ya por nuestras casas dejándonos sus siempre bienvenidos regalos.
¿Bienvenidos?. Bueno, normalmente es así, pero mucho me temo que este año no han sido especialmente sensibles a nuestras peticiones.
Porque, vamos a ver, ¿quién les ha pedido el paro galopante que golpea a nuestro querido y abandonado país?. ¿Dónde quedan aquellas orgullosas y jactanciosas previsiones económicas que ayer mismo nos anunciaban que habíamos alcanzado a Italia y que en pis pas le dábamos una pasada tan pasada por la izquierda a Francia que no se iban ni a enterar?. Pena, penita, pena...
¿Y la guerra del Cercano Oriente Medio?. Siempre es la misma historia. Yo no sé quién tiene razón pero es que llevan así, ¿desde cuándo?. ¿Desde los años 20 del siglo pasado?. ¿Desde los 60?. Si en un momento unos cuantos países, o quizá sólo fue uno y no es el que todos estamos pensando, se sacaron de la manga una nación, ¿por qué no se sientan, coño, de una vez y encuentran una solución al problema?. Que paren el reloj si hace falta. Sobre todo el de los inocentes. No sería la primera vez.
El tercer regalo envenenado sería el de la crisis económica pero como en Mates no pasé de sumar pues no me veo yo como con mucha disposición a opinar. Un consejo: buscar un refugio seguro donde no os encuentre ni el de arriba.
Pues eso.
¿Bienvenidos?. Bueno, normalmente es así, pero mucho me temo que este año no han sido especialmente sensibles a nuestras peticiones.
Porque, vamos a ver, ¿quién les ha pedido el paro galopante que golpea a nuestro querido y abandonado país?. ¿Dónde quedan aquellas orgullosas y jactanciosas previsiones económicas que ayer mismo nos anunciaban que habíamos alcanzado a Italia y que en pis pas le dábamos una pasada tan pasada por la izquierda a Francia que no se iban ni a enterar?. Pena, penita, pena...
¿Y la guerra del Cercano Oriente Medio?. Siempre es la misma historia. Yo no sé quién tiene razón pero es que llevan así, ¿desde cuándo?. ¿Desde los años 20 del siglo pasado?. ¿Desde los 60?. Si en un momento unos cuantos países, o quizá sólo fue uno y no es el que todos estamos pensando, se sacaron de la manga una nación, ¿por qué no se sientan, coño, de una vez y encuentran una solución al problema?. Que paren el reloj si hace falta. Sobre todo el de los inocentes. No sería la primera vez.
El tercer regalo envenenado sería el de la crisis económica pero como en Mates no pasé de sumar pues no me veo yo como con mucha disposición a opinar. Un consejo: buscar un refugio seguro donde no os encuentre ni el de arriba.
Pues eso.
jueves, 1 de enero de 2009
Mis doce zapatazos
Hola, buenos días. Para vuestra información me acabo de levantar, o sea que estoy en pleno síndrome postcerebracional del Año Nuevo. Vamos que no sé cómo va a salir esto. Bueno, al grano.
Yo este año, cansado de tanta uva y de tanto color rojo, he decidido dar la bienvenida a la criatura de una manera un poco más "atinada" y más en la onda, por lo que he pedido prestados a mis queridísimos vecinos doce pares de zapatos y con el sonar de cada campanada los he lanzado, uno por uno claro, a otros tantos monigotes cual tiro de feria desahogante.
El primer par se lo tiré a los Políticos, a todos, nacionales y extranjeros. ¡Estos sí que son frikys y no los otros!. ¡Pobrecitos inocentes!.
El segundo se lo lancé a nuestros Jueces y a su particular venda en los ojos. Si no les ayudamos a quitársela nunca encontrarán la perdida balanza de la Justicia.
El tercero fue para los Banqueros "manos limpias" nacionales. Ya lo dijo alguien más inteligente que el escribiente: la Banca siempre gana, todo para la Banca. ¡Viva la Banca!.
El par de zapatos de la vecina de al lado tengo que reconocer que los tiré sin ninguna rabia contenida.
El izquierdo sacó por la ventana a los Terroristas asesinos que disfrutan matando. Unos se inmolan, otros más listos no. Las vírgenes del paraíso pueden esperar sentadas.
El derecho mandó a freir espárragos a los Maltratadores asesinos que también disfrutan matando. Éstos van y luego se suicidan. ¿Por qué no se suicidan antes de quitarle la vida a nadie?.
El sexto lo cambié por un disco de los de antes y lo hice planear hacia el muñeco de los Avariciosos Recaudadores del Impuesto Orejil. Una pregunta: yo, como estoy medio sordo, ¿no tendría que pagar menos canon listillos?.
El VII muñegote era el de los Árbitros que nos pitarobaron la final de baloncesto de los Juegos Olímpicos de Pekín. A éste le pité unos pasos como un castillo y le dí un pelotazo de cuatro puntos. De los que suben al marcador, no de sutura, malpensados.
El octavo zapato se lo lancé a los ciegos Tunantes que sólo ven las subidas del petróleo. Para las bajadas se ponen un antifaz y ojos que no ven gasolina que no baja.
El noveno fue para los Especialistas y Técnicos en alimentos y en emisiones de CO2. Se reunen, se reunen y nunca deciden nada. Bueno sí, volverse a reunir el año que viene. Hoy no se fía mañana sí.
Tengo que reconocer que a estas alturas ya estaba un poco cansado pero como sólo quedaban tres zapatos respiré hondo y
El décimo se lo tiré a esas ONGs de pacotilla que nos embaucan con fines altruistas y lo único que persiguen es llenarse el bolsillo gracias a nuestra cándida candidez.
Al onceno le puse una casita del Palé o del Monopoly y lo estampé en el muñeco que representaba a esos avispados Ingenieros Financieros que consiguieron engañar a todo el mundo mundial con las hipotecas basura. Y Ustedes, ¿qué venden?. ¿Nosotros?, pues humo. ¡Ah!, pues déme medio Kilo.
En el doceno escribí el símbolo del % y lo catapulté con todas mis ganas a la figurita que hacía las veces de los hábiles y misteriosos Prestidigitadores que calculan el índice de inflación de este país. Cifras son amores y no buenas razones. Que se lo digan a nuestros maltrechos sueldos.
Y así empecé el año. Con buen tino. Lo confieso. No fallé ni un lanzamiento.
A más ver.
Yo este año, cansado de tanta uva y de tanto color rojo, he decidido dar la bienvenida a la criatura de una manera un poco más "atinada" y más en la onda, por lo que he pedido prestados a mis queridísimos vecinos doce pares de zapatos y con el sonar de cada campanada los he lanzado, uno por uno claro, a otros tantos monigotes cual tiro de feria desahogante.
El primer par se lo tiré a los Políticos, a todos, nacionales y extranjeros. ¡Estos sí que son frikys y no los otros!. ¡Pobrecitos inocentes!.
El segundo se lo lancé a nuestros Jueces y a su particular venda en los ojos. Si no les ayudamos a quitársela nunca encontrarán la perdida balanza de la Justicia.
El tercero fue para los Banqueros "manos limpias" nacionales. Ya lo dijo alguien más inteligente que el escribiente: la Banca siempre gana, todo para la Banca. ¡Viva la Banca!.
El par de zapatos de la vecina de al lado tengo que reconocer que los tiré sin ninguna rabia contenida.
El izquierdo sacó por la ventana a los Terroristas asesinos que disfrutan matando. Unos se inmolan, otros más listos no. Las vírgenes del paraíso pueden esperar sentadas.
El derecho mandó a freir espárragos a los Maltratadores asesinos que también disfrutan matando. Éstos van y luego se suicidan. ¿Por qué no se suicidan antes de quitarle la vida a nadie?.
El sexto lo cambié por un disco de los de antes y lo hice planear hacia el muñeco de los Avariciosos Recaudadores del Impuesto Orejil. Una pregunta: yo, como estoy medio sordo, ¿no tendría que pagar menos canon listillos?.
El VII muñegote era el de los Árbitros que nos pitarobaron la final de baloncesto de los Juegos Olímpicos de Pekín. A éste le pité unos pasos como un castillo y le dí un pelotazo de cuatro puntos. De los que suben al marcador, no de sutura, malpensados.
El octavo zapato se lo lancé a los ciegos Tunantes que sólo ven las subidas del petróleo. Para las bajadas se ponen un antifaz y ojos que no ven gasolina que no baja.
El noveno fue para los Especialistas y Técnicos en alimentos y en emisiones de CO2. Se reunen, se reunen y nunca deciden nada. Bueno sí, volverse a reunir el año que viene. Hoy no se fía mañana sí.
Tengo que reconocer que a estas alturas ya estaba un poco cansado pero como sólo quedaban tres zapatos respiré hondo y
El décimo se lo tiré a esas ONGs de pacotilla que nos embaucan con fines altruistas y lo único que persiguen es llenarse el bolsillo gracias a nuestra cándida candidez.
Al onceno le puse una casita del Palé o del Monopoly y lo estampé en el muñeco que representaba a esos avispados Ingenieros Financieros que consiguieron engañar a todo el mundo mundial con las hipotecas basura. Y Ustedes, ¿qué venden?. ¿Nosotros?, pues humo. ¡Ah!, pues déme medio Kilo.
En el doceno escribí el símbolo del % y lo catapulté con todas mis ganas a la figurita que hacía las veces de los hábiles y misteriosos Prestidigitadores que calculan el índice de inflación de este país. Cifras son amores y no buenas razones. Que se lo digan a nuestros maltrechos sueldos.
Y así empecé el año. Con buen tino. Lo confieso. No fallé ni un lanzamiento.
A más ver.
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