No recuerdo, aunque bien podría mirarlo, quién fue el filósofo, o más bien el visionario, que dijo la frase que da título a mi elucubración del día de hoy, pero lo que sí puedo garantizaros cien por cien es que refleja fielmente mi estado de ánimo actual en lo que se refiere a mi grado de información o conocimiento sobre la crisis galopante que, cual pesadilla, me, ¿nos?, quita el sueño hasta en la bendita hora de la siesta.
Y es que no sé si va o viene, si está cerca su final o si sólo estamos en el comienzo, si a partir de Marzo todos tan contentos o será a partir de ¿cuándo?, si tenemos más de tres Millones, tres, de parados o vaya Ud. a saber, si el ratio de triple A de la deuda española es fiable o no, si el déficit público es del 3% o ya ni se dice por vergüenza torera, si los Bancos españoles son los más fiables y consolidados de todo, todo, el mundo, si el déficit por cuenta corriente, si la tasa de ahorro, si el IPC, si el consumo, si las locomotoras, si el G8 o el 20, si el Euribor, si las hipotecas, si la competitividad, si las reformas estructurales...
Y así hasta que alguien, si es que ese alguien existe, tenga a bien sacarme de mis dudas metafísicoeconómicas. Lo que sí sé, y esto puedo decirlo a voz en grito, es que quiero que alguna persona de buen corazón se plante delante de mí y me diga, mirándome fijamente a los ojos, cuál es la fría y dura realidad de la situación, sin discursos ni consignas de partido ni electoralistas sino pensando, ¡por una vez, por favor!, en nuestro desgraciado país, y que vamos a salir de esta. Pero quiero que ese alguien no me engañe ni me manipule con propaganda de una y otra mano.
Y mucho menos que se ría cuando me lo está diciendo.
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